miércoles, 17 de febrero de 2010

Seis preguntas sobre Reflexología

1 ¿Qué atención le prestamos a los pies?
Generalmente poca. O muy poca. Y la mayoría de las veces, ninguna. En Occidente es, sin duda, la extremidad más olvidada del cuerpo. Y, sin embargo, su importancia es fundamental, ya que es el punto de llegada y partida de multitud de terminaciones nerviosas. La planta del pie, al igual que el pie en su conjunto, representa en forma esquemática la totalidad del cuerpo y sus órganos. Así llegamos a la siguiente pregunta.



2 ¿Qué esperamos de la Reflexología?
Un buen masaje es delicioso. Y si bien la correcta aplicación de esta técnica relaja, reactiva la circulación y provoca el mismo bienestar que un masaje, cometemos un error si lo reducimos a eso.
Aunque sus beneficios son inmensos y su modo de actuar es complejo, la premisa de esta práctica es simple: asume que las extremidades inferiores se conectan con la corteza cerebral. La reflexología trabaja tanto síntomas puntuales como emociones muy arraigadas. Su objetivo es estimular las zonas reflejas de los pies. Éstas, a su vez, se comunican con las partes del organismo a las cuales representan. Un sistema que enlaza más de 7.000 terminaciones nerviosas ubicadas tanto en la planta del pie como en el empeine. Cada hueso, músculo, órgano o sistema puede tratarse a través del masaje reflexológico y trasladar sus beneficios al resto del cuerpo.
Para hacer una descripción de la práctica, hay que tener en cuenta factores como acceso terapéutico al pie, localización anatómica de las diferentes zonas, métodos de trabajo, exploraciones y diagnósticos y programación de sesiones y relación terapeuta-paciente.



3 ¿Cuándo se comenzó a utilizar?
Para descubrir los orígenes de la Reflexología debemos retroceder unos 4.000 años. Hallamos vestigios de su aplicación en civilizaciones como el Antiguo Egipto, Japón y China, cuyas virtudes terapéuticas eran conocidas entre otras prácticas médicas. En China aparece representada en pinturas y grabados hallados en la Tumba de Anjmahor en Saqara, pertenecientes a la VI dinastía. También era utilizada junto con la acupuntura. En el siglo IV A. de C., el médico chino, Wang-Wei presionaba las plantas de los pies de manera firme durante varios minutos hasta conseguir el efecto terapéutico deseado.



4 ¿Cómo llegó hasta nosotros?
El primer occidental que aplicó estas técnicas fue el médico estadounidense William Fitzgerald (1872-1942), un dedicado estudioso de la medicina tradicional china que, entre otros hallazgos, descubrió indicios de tratamientos podales en diferentes tribus indígenas americanas. Concentrándose en el tratamiento de las zonas reflejas, Fitzgerald concluyó que, si ejercía presión sobre determinados puntos, sobre todo en los pies, lograba un equilibrio fisiológico en otras zonas del cuerpo. Sistematizó los puntos de los pies y sus equivalencias y bosquejó, principalmente en su libro “Terapia de las zonas reflejas” (1917), el corpus de una terapia basada en la conexión de las líneas longitudinales de energía que recorren el cuerpo de los pies a la cabeza. Otros autores que contribuyeron a su difusión fueron el doctor Joseph Shelby Riley y la fisioterapeuta Eunice Ingham (1888-1974), quien la introdujo en el hospital donde trabajaba, logrando los resultados que la llevaron a consagrarse por completo a su desarrollo. En los años treinta del siglo pasado, Ingham fue autora de “Stories the feet can tell” (Lo que pueden contarnos los pies) y “Stories the feet have told” (Lo que nos han contado los pies). Ella también creó el primer mapa reflexológico con las correspondencias de los órganos con las distintas zonas plantares. Muy pronto supo que su aplicación reducía el dolor, mejoraba la movilidad y contribuía de un modo natural en la recuperación del paciente.



5 ¿Qué nos dicen las plantas de los pies de nosotros mismos?
Por medio de mapas y un diálogo previo con el consultante, el reflexólogo, desde la primera sesión, diseña las diferentes etapas de la terapia. Para trabajar los diferentes puntos y considerando a la persona íntegramente, esto es como la unión del cuerpo y el espíritu, sólo usará sus manos. Las sesiones duran una hora. Durante los primeros 20 minutos, el consultante describe su problemática, las emociones relacionadas con ésta y describe las razones de su consulta. Tras 40 minutos de masajes (20 para cada pie) el reflexólogo intentará especificar el grado de registro que cada persona tiene de sus experiencias con relación a su salud. La frecuencia, intensidad y duración se analiza caso por caso, siendo siempre una terapia que complementa -y nunca reemplaza- al tratamiento asignado por el médico de cabecera.

La “lectura” que hace el reflexólogo del pie permite contribuir a su mejoramiento físico, emocional y psicológico integral. Definidos los síntomas -estrés, constipación, ansiedad, angustia y dolores de cabeza, por ejemplo- el consultante puede descubrir que éstos son factores secundarios de malestares emocionales. Mientras el reflexólogo estimula todos los puntos del pie, el andar del consultante mejora, cambia de humor y hasta descubre en la relajación nuevas vías para enfrentar aquellas situaciones que habían causado su decaimiento físico.



6 ¿Cuáles son los diez mayores beneficios de la Reflexología?



1. Es relajante.


2. Reduce el estrés e induce a la relajación profunda.


3. Mejora la circulación.


4. Permite la liberación de toxinas.


5. Equilibra el cuerpo y la mente.


6. Refuerza las defensas del organismo y contrarresta molestias físicas y emocionales.


7. Revitaliza la energía.


8. Es una técnica natural que actúa de forma preventiva.


9. favorece un estado de equilibrio dinámico: ayuda a que cada una de sus partes del cuerpo trabaje solidariamente unas con las otras.


10. Es gratificante para quién la da y para quién la recibe.